ENSAYO SOBRE "REALIDAD Y APARIENCIA" DE PELAYO CANTALAPIEDRA Y FOTOS DE MARIO GUTIÉRREZ Y Julia Martín

TÍTULO: REALIDAD Y APARIENCIA
AUTOR: PELAYO CANTALAPIEDRA
Foto de; Julia Martín

En este breve texto intentaré descubrir un poco de qué van estos dos conceptos. En esta pesquisa comienzo con varias dudas; ¿Cuál es la diferencia entre ambos? Y ¿Cuál de esos dos conceptos es el que más nos afecta?
Empezaré por la primera pregunta; la diferencia principal entre realidad y apariencia es, en una primera aproximación, que una es verdadera y otra no. La realidad existe y la apariencia es, aparentemente, una mentira. La apariencia también puede ser percibida como una interpretación de la realidad, una capa transparente que nos permite ver de una forma difusa lo que hay fuera. La apariencia es, en cierto modo, lo único que percibimos, ningún humano puede ver la realidad tal cual es ya que su individualidad no le permite ver más allá de su experiencia subjetiva. Creo que hay apariencia detrás de todos nosotros, ninguno puede despojarse de su ego y percibir el mundo sin condicionamientos. Este pensamiento de una interpretación vuelve más ambigua la supuesta diferencia entre las dos partes ya que la apariencia parece depender en cierta forma de la realidad, parece ser dependiente de la  misma, menos cierta, más personal.

Intentemos ahora considerar a la realidad y a la apariencia como dos cosas que no se pueden juntar, como dos elementos singulares y separados, para poder diferenciarlas mejor. Pensemos que la subjetividad de nuestra individualidad no está ahí. Separarlas me servirá para explicar a cada una como entidades completamente diferentes y cómo una depende de la otra. Intentemos concebir una realidad para todos igual, una realidad que es para todos la misma por el simple hecho de ser real. La realidad es como nosotros percibimos el mundo y la apariencia es una alteración de nuestra visión de la realidad. Pongamos el ejemplo de una persona sobria, esta percibe la realidad sin velos, sin medias tintas, la realidad pura. Ahora veamos a una persona en estado de embriaguez, percibe el mundo borroso, como si de un sueño se tratará se siente excitado, conmovido, anormal. Podemos decir en este caso que la persona sobria no tiene una apariencia; su realidad es la que ve todo el mundo, sin embargo, el borracho está atrapado en una visión del mundo que no es la verdadera, no está en posesión de sus facultades, no ve el mundo de forma cabal sino que lo ve deformado como el que mira a través de un espejo feria. El que está bajo la influencia del alcohol ve cosas que un hombre inmerso en su cotidianidad no puede ver; el borracho ve una extraña perspectiva. El borracho es presa de un estado, vive una apariencia provocada por el consumo de licor. El hombre serio, cabal, mundano, no tiene ninguna visión, sus ojos no son los de un alucinado son los de un hombre que guía su vida bajo la ley que es la razón. Un ciudadano que ve lo que todos ven, no siente nauseas, ni tiene comportamientos anómalos, es una persona normal que ve la realidad del día a día. En este caso uno está siendo víctima de una mentira, de una apariencia y otro vive lo verdadero, la realidad. Esa es la principal diferencia que he encontrado entre los dos conceptos, claro que esto contradice a mi teoría de una interpretación de la realidad pero esta parte es solo un falso ejemplo para que nos ayude a separar esos conceptos que normalmente van unidos. Un ejemplo para responder a la primera pregunta que planteé.

Ahora voy al tronco de esta investigación, la utilidad de todo esto, la segunda pregunta; ¿Cuál de estos dos conceptos nos afecta más? La realidad es de lejos el concepto ganador. Todos desde que nacemos hasta que morimos vivimos en la realidad, nos levantamos del sueño y aguantamos el sol sobre nuestra cabeza. Caminamos por la calle, comemos, buscamos un trabajo, nos enfrentamos a un mundo real con consecuencias reales. Si viviéramos la realidad como si de un sueño se tratara nos veríamos despojados de toda participación en la realidad; nos internarían, nos llamarían locos o hasta nos matarían, víctimas de una sociedad a la que nos ajustamos. Debemos aceptar la realidad, debemos aceptar su existencia y aceptar sus derechos y deberes. Si un hombre no es consecuente con lo que le piden, rebelde, infringe la ley, está condenado a morir en la horca o a ser sedado en un sanatorio. Aceptar el dolor, la soledad, el hambre… pero creo que es a todas luces insalubre vivir todo el rato bajo una realidad, despojados de nuestra infancia, nuestro entretenimiento. Una realidad que se nos escapa de las manos y que puede acabar con nosotros en cualquier momento es algo que con el tiempo acaba por ser insoportable, necesitamos control y formas de expresión donde la imaginación vuele, aquí es donde entra la apariencia.

La apariencia tiene un papel crucial en nuestro mundo. La apariencia es un mundo imaginario donde podemos llegar a tener el control de nuestras acciones por completo, un lugar donde podemos ser dioses creadores de una realidad propia, con unas leyes, unos dolores y unos placeres. La realidad es incontrolable en cierta medida, la apariencia sirve como simulación de realidades, sirve como mundo en el que uno no puede luchar sin morir, la apariencia son los mundos más allá de la realidad. Todos necesitamos de esa controlable realidad, todos necesitamos una apariencia donde crear una realidad controlable. Un lugar para el ensimismamiento y la pura libertad o, al menos, una libertad controlada. Pongamos el ejemplo de la música, este arte tiene una serie de normas en las que el músico puede moverse como si fuera un  pájaro, una realidad que puede llegar a controlar si se dedica a ella lo suficiente, un lugar que se puede comprender plenamente. La música es una apariencia, es un mundo con sus propias reglas, efectos y causas, un mundo que no es el real pero se le asemeja. Una serie de conocimientos que se pueden expresar en el mundo real pero su creación reside en el imaginario del individuo o del grupo. Dentro de la música uno se esconde en un mundo que no se le escapa de las manos, uno es demiurgo allí, un mundo que puede comprender a través del esfuerzo y la dedicación. El derecho es otra apariencia es un mundo lleno de leyes, todas ellas nacidas de nuestra ficción; abstracciones que no existen; ideas sacadas de nuestra mente y que sin nosotros no existirían. El derecho; un lugar donde residen todos los contratos y todas las reglas. Es mundo inventado, creado por los humanos para intentar comprender- o huir de- la realidad. Sé que muchos pensarán que nada tiene de apariencia el arte o nada tiene de apariencia el derecho, o que simplemente son maneras de entender este nuestro mundo. Pero a lo que quiero llegar es que el ser humano crea mundos con sus propias reglas para poder entender mejor el real o para huir de él. El ser humano crea algo que no existía antes, una mentira que se enfrenta a la realidad, a lo palpable. Crea una apariencia a través de lo que la realidad le ha dado y a través de dicha apariencia descubre cosas sobre su mundo que no habría llegado a comprender de otra forma. A través de la música uno puede llegar a comprender mejor al ser humano, sus sensaciones. Que sean mundos irreales no quita que muestren verdades. Uno puede jugar con la realidad si ya de antemano ha intentado comprender un complejo sistema compuesto de normas; lo cual es como haber vivido una simulación de una realidad. Un pintor pinta un cuadro como el primer hombre exploraba, descubría e inventaba, solo que el pintor es mucho más complejo, tiene toda una evolución a sus espaldas. Un pintor es la abstracción, muy avanzada, de nuestros primeros pensamientos como especie. Un pintor es un cavernícola pulido, el hombre antiguo intentaba comprender la realidad a través de la exploración y el descubrimiento, el pintor va más allá de los límites de lo real, explora en la apariencia, para entender el mundo en el que habita. Misma búsqueda a lo largo de los años. Creamos una realidad mística, irreal, para comprender la verdadera. A través de esos fantasmas de realidad comprendemos dimensiones enteras de pensamientos, nuestra perspectiva cambia y, en consecuencia, crece. Gracias a la apariencia llegamos a recrearnos en una realidad donde nuestro conocimiento del mundo real puede ser probado sin verdaderas consecuencias y a través de la repetición llegamos a mejorar en nuestra comprensión del mundo. O simple y llanamente escapamos del verdadero.

El ser humano busca en la apariencia una forma de huir de la realidad o de afrontarla. Pongamos el ejemplo tan complicado de las drogas ¿Por qué alguien consume drogas? Hay dos principales motivos; uno, tomar drogas para salir de una realidad que uno desprecia y considera demasiado gris para aguantarla sin ningún aditivo, o, dos, consume drogas para intentar comprender su realidad, para intentar cambiar su perspectiva y encontrar una verdad que en un estado normal no habría llegado a percibir. Yo considero que la primera es demasiado piadosa y la segunda se puede conseguir leyendo un libro o yendo a clases de claqué. Quería poner este ejemplo porque es muy real y es un problema que afecta a millones de personas a lo largo del globo. Todos tomamos esa posición en cuanto a la apariencia y la realidad, la misma que la de un drogadicto. Escuchamos música para huir de un estado de ánimo desagradable, leemos un libro para intentar entender nuestra desesperación y salir de ella. La apariencia está ahí como un bote salvavidas en el que navegas hasta encontrar tierra donde poder descansar. Pero no olvidemos que esta navaja- la apariencia- es de doble filo.


Todo en este mundo si llega al punto de obsesionarnos se vuelve algo que puede acabar con nosotros de una forma casi imperceptible. Si un hombre consume drogas constantemente pierde por completo su relación con la realidad, vive solo una terrible apariencia que se lo come poco a poco hasta que de él no queda más que un loco. El obsesionado con la lectura corre el riesgo de vivir en los libros más que en la realidad, como pasó al más famoso hidalgo de la galaxia. El obsesionado con el deporte corre el riesgo de volverse unidimensional, de perder toda su creatividad y personalidad, de centrarse tanto en el entrenamiento que lleve su cuerpo al límite y se vea constantemente impedido por lesiones. Hay que vivir tanto la realidad como la apariencia, encontrar un lugar confortable entre ambos extremos, una tecla negra entre dos blancas. Aceptar la realidad pero no demasiado, jugar con la apariencia pero sin dejar que nos destruya. Tanto la realidad como la apariencia son perjudiciales en exceso, hay que tener mesura en estos asuntos, ser sesudo, y no dejarse llevar por ninguna. 
Foto: Mario Gutiérrez

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