EL REGALO DEL ENTRENAMIENTO

Cuando miro en el tiempo los comienzos de una pasión, suelo sonreír amablemente, contemplando el instante tan rápido y efímero que ha ocupado el momento desde el encuentro con el Arte en Salamanca, mi primera Escuela de Arte y el ahora que tengo para escribir en este blog. Dándole vueltas a qué decir en pocas palabras, de un camino tan largo y a la vez tan corto, me quedo con un ejercicio de agradecimiento y otro de experiencia.

Aprendí como alumna y como profesora, de los que habéis estado y estáis en mi camino, cada uno de los días, por lo que agradezco a todos y todos los instantes. Los profesores sabemos que este oficio, está siempre siendo alimentado por procesos maravillosamente creativos compartidos en el aula.

El ejercicio de experiencia relata la riqueza, con tan solo pensar que, enseñar a diario me ha regalado “el entrenamiento” y “el ensayo”, propios de cualquier profesión en los que estos parámetros son imprescindibles para el perfeccionamiento y puesta en escena de las habilidades y la adquisición de recursos, que así en palabras escritas suenan muy bien, pero son muy difíciles de obtener en la vida real.

El ensayo o entrenamiento diario del atleta, el músico, el informático, el bailarín, el pastelero… del apasionado de su propio trabajo, de esa tarea que le da de comer, pero que, a la vez, coloca la vida en un lugar satisfactoriamente selecto. La práctica, la evolución y el virtuosismo entrenado y especializado, para hacer lo que quieres, es uno de los mayores placeres de la vida, en mi caso, con el lápiz, el barro o unos cuantos colores al óleo y de paso, desaparecer dentro de una burbuja de cristal sin más que el silencio y tú.

Charo Acera.

Fotografía: Julia de Velázquez-





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